Desde que aparecieron la consolas de nueva generación, el incremento de shooters, ha sido considerable, y su éxito indudable. Juegos como Call of Duty, Gears Wars o Halo son superventas año sí y año también, por lo que las compañías nos bombardean todos los años con una gran cantidad de juegos de este estilo. ¿Por qué lo hacen?, la respuesta es fácil. Primero por el ya mencionado éxito que tienen estos juegos, basados en gran parte en su excepcional modo online. Segundo, porque al basarse en el modo online, pueden dejar de lado el modo offline, ahorrándose mucho tiempo y dinero, ya que no necesitan un gran argumento (¿cuántos juegos hay de la Segunda Guerra Mundial?). Todo esto hace que los shooters sean la gallina de los huevos de oro para las compañías.
Pero quizás la verdadera pregunta no sea por qué las compañías lanzan tantos shooters, sino ¿por qué gustan tanto a los usuarios? Primero no son juegos que tengan una complejidad excesiva a la hora de jugar, ya que lo único que tienes que hacer es seguir una ruta preestablecida y matar todo lo que te encuentres. Segundo, los argumentos son siempre los mismos, cambias nazis por zombies o alienígenas y ya cambias de Medal of Honor a Resistance o Resident Evil (¿dónde quedaron aquellos puzzles, aquella mansión gigantesca?). Mirando estos dos argumentos estos juegos deberían aburrirnos, sin embargo sus ventas nos dicen lo contrario. ¿Es suficiente su modo online para enganchar a tantos seguidores? La respuesta es claramente afirmativa, porque sin un argumento innovador y bueno, y sin una complejidad excesiva, es el modo online lo único que parece salvar a los shooters.
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